EL GRAN VIAJE DE TU VIDA: Una aventura emocionalmente tibia disfrazada de odisea espiritual

Dirigida por Kogonada y protagonizada por Colin Farrel y Margot Robbie, El gran viaje de tu vida nos invita a una reflexión sobre el tiempo, los recuerdos y las segundas oportunidades a través de una propuesta que mezcla romance, fantasía y filosofía. La película plantea un escenario en el que dos solteros, atrapados en sus propios traumas y dificultades amorosas, son llevados por un misterioso GPS por un viaje a través de puertas hacia su pasado, en un intento de comprender quiénes son y qué los ha llevado a su situación presente.

Aquí hay muy buenos ingredientes: la ejecución es decente, aunque peca de cierta frivolidad y falta de compromiso con el tono de la historia; cuenta con un reparto aclamado por una variedad de otros papeles; se nos presenta el relato con una visual pulida y cuidadosamente compuesta; la caracterización de sus protagonistas cae en el reino de lo creíble y humano gracias a que no se integra de cualidades excesivas o traumas demasiado grandes para ser relacionables; y el ritmo revela un trabajo de montaje inteligente.

La película busca ofrecer una historia de redención y autodescubrimiento, en el marco de una fantasía romántica que combina elementos surrealistas y del cine más reflexivo sobre la vida. La premisa ofrece una base rica para una exploración emocional intensa. Sin embargo, lo que podría haber sido un viaje desgarrador sobre el duelo, la culpa o las oportunidades perdidas se queda, en cambio, en un ejercicio estético superficial que confunde profundidad con grandilocuencia.

Nuevamente destaco la cinematografía y el diseño de producción, los departamentos más sobresalientes de la producción, los cuales aprovechan tanto el atractivo de los actores protagónicos como los paisajes y sitios de recuerdos por los que transitan, convirtiendo detalles visuales en verdadera magia, y las memorias en espacios de reflexión colectiva. 

Esa belleza formal finalmente puede sentirse como una maqueta sin vida, al contrastar con un guion que no se decide entre la fábula mágico-realista esperanzadora, un producto de arte conceptual con vibras indies pero presupuesto robusto, o si va a terminar siendo una película romántica con tonos de autoexploración filosófica. El tema es que aunque el viaje se va disfrutando, en su conclusión no termina por ser memorable al no consolidarse con ninguno de estos enfoques de manera convincente. Seth Reiss (guionista previo de El Menú), intenta combinar piezas de ciencia ficción, magia, teatro, comedia romántica, y más, sin lograr una narrativa sólida.

A nivel de actuaciones, Farrell y Robbie cumplen con su carisma y presencia en pantalla, logrando transmitir en sus miradas y pequeños gestos las heridas invisibles que llevan consigo. Donde fallan estos talentosos y consolidados intérpretes es en la química conjunta: no hay deseo, amor, ni amistad, claramente nos encontramos frente a dos personas muy solitarias que por acto de magia o coincidencia han emprendido este camino juntos. Tampoco son completamente indiferentes el uno con el otro en sus interacciones, y los diálogos indican un esfuerzo inicial de crear alguna chispa entre ambos, pero quizás olvidaron empacarla en la posada de la boda a la que asistieron. 

Por su parte, personajes secundarios como el de Phoebe Waller-Bridge o Kevin Kline, quedan relegados a ser figuras de paso que, aunque aportan toques de humor y misterio como el icónico primer encuentro de Bruce Nolan con Dios en Todopoderoso (2003), no terminan de encajar del todo, y desaparecen tan rápido como aparecen.

De vuelta a sus aciertos, en esta versión de la realidad los momentos decisivos del pasado pueden ser reescritos y revividos para ser entendidos desde una óptica más informada, con una mirada más compasiva por sus perpetradores y la audiencia. Este mecanismo tiene el poder y el potencial de que nos volvamos más empáticos con estos personajes que se presentan tan rotos y arrepentidos. La exploración de traumas infantiles, expectativas no cumplidas y miedos internos resulta, es incluso interesante.

Este largometraje intenta ser muchas cosas, entre esas una historia de amor entre gente imperfecta a lo Silver Linings Playbook (2012), con algo de road movie como en Elizabethtown (2005), una introspección terapéutica y juego narrativo de ciencia ficción similar al de Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), pero le cuesta comprometerse, igual que Sarah y David en la historia. No obstante, es visualmente cautivadora y se pueden dilucidar buenas ideas. Kogonada entrega realmente una obra que fascina por momentos, aunque no cuente con el peso necesario para dejar una huella en los espectadores. Un film que promete una odisea emocional pero entrega apenas un paseo turístico-mental, durante el cual sí nos podemos quedar con una invitación a soñar, con puertas abiertas al pasado para desde ahí pensar en el futuro.

Este 18 de septiembre de 2025 llegó a salas seleccionadas del país El gran viaje de tu vida, gracias a la distribución de Andes Films.